Una experiencia que permite a los niños exploración y juego a partir de la reflexión lumínica, la experiencia tiene como referente principal los colores producidos por el fenómeno de la Aurora Boreal, se recurre al reflejo y difracción - refracción (deformación de las hondas de luz) producida por la luz de linternas sobre el papel tornasol para lograr un efecto cercano a los colores producidos por la aurora boreal. Para realizar la introducción de la experiencia se crea un cuento corto inspirado en la leyenda del pueblo Sami (Norte de Noruega) que cuenta que un zorro rojo cruza las mesetas árticas e ilumina el cielo con las chispas que se desprenden de su cola.
Allí se reconocen las propiedades de la materia física luz pero también se despierta la sensibilidad frente a las historias, el espacio de oscuridad brinda espacios de intimidad y juego donde la relación entre niños, maestras y padres cambia y se potencia la cercanía corporal, el afecto y el cuidado del otro.
Durante la experiencia se dieron espacios muy potentes, los niños crearon con los elementos encontrados sus propias historias, por ejemplo tomar el papel celofán en cada mano y agitar los brazos para correr y proponer que eran aves. También los espacios de encuentros y colaboración fueron evidentes, unirse entre varios para recoger las bolitas de icopor y cargarlas para después tirarlas hacia el techo y ver como caen. En muchas ocasiones la oscuridad para los niños se convirtió en un lugar de exploración, de descubrir, es así como los niños se dirigían a los espacios más oscuros para investigar qué podían encontrar allí. En varios grupos las maestras se relacionaron con los niños de forma distinta a la que sucede en el jardín, fue así como una de las maestras se recostó en el piso para ver con sus pequeños las tiras de papel tornasol que pendían del techo.
Una experiencia artística de Linda Mendoza y Fanny Marulanda, artistas del Laboratorio Artístico para primera infancia “Entre Nubes” localidad Ciudad Bolívar.